jueves, 25 de junio de 2015

Una modesta proposición para hacer la Pascua

Hay mucho debate últimamente sobre la propuesta del papa Francisco de "fijar la fecha" de la celebración de la Pascua. No voy a aburriros sobre la historia de cómo se decidió el mecanismo para determinar cuándo cae cada la Semana Santa (mecanismo pulido por Dionisio el Exiguo -o "el Canijo", el mismo que intentó calcular la fecha de nacimiento de Jesús de Nazaret- allá por el siglo VI- para numerar los años a partir de ella).
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La cuestión es que, en comparación con el día del año en que nació Jesús, que nos resulta en realidad completamente incierto, hay suficientes indicios para aventurar razonablemente el día preciso en el que fue crucificado: el viernes 3 de abril del año 33 (el único viernes anterior a una fiesta de Pascua judía durante el mandato de Poncio Pilatos).
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Pues bien, si no hay ningún inconveniente en celebrar la natividad a fecha fija (25 de diciembre todos y cada uno de los años, sin ninguna variación, para que caiga siempre el día de mi propio "cumple"), tampoco debería de haberla para celebrar todos los años la muerte de Jesús en el mismo día, ya caiga en viernes, en domingo, o en miércoles. Así que mi propuesta es que la Pascua cristiana se celebre siempre el día 3 de abril, y santas pascuas.
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Por supuesto, esta nueva práctica conllevaría que el "viernes santo", "domingo de resurrección", etc., etc., ya no se celebrarían en viernes, domingo, etc., más que de vez en cuando, pero, al fin y al cabo, ¿qué más da? Jesús no muere de verdad el viernes santo de cada año, sólo se celebra que murió. Así que basta con que a la fecha del 3 de abril la Iglesia la llame "Viernes Santo", aunque sea martes.
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Otra posibilidad para evitar esto sería ajustar el calendario anual y el ciclo de las semanas, de tal manera que el 1 de enero siempre cayese en jueves, y el 31 de diciembre no fuera ni lunes, ni martes, ni miércoles, ni jueves, ni viernes, ni sábado, ni domingo (y lo mismo el 29 de febrero, cuando lo hubiese; eso sí, pero que fueran fiesta). De este modo todos los años el mismo día de un mes caería en el mismo día de la semana. Comenzar el calendario anual en jueves, por cierto, sería la forma de que el 3 de abril fuera viernes, de ahí mi propuesta.

viernes, 19 de junio de 2015

La economía del genio de Aladino

Esta es una entrada que pensé escribir muchas veces en el Otto Neurath, pero que siempre se me fue olvidando. Llevaba también mucho tiempo escribirla aquí, y hoy me he dicho que de ahora no pasaba. Pienso que os parecerá interesante.
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Imaginad que os encontráis una lámpara mágica como la de Aladino, con su genio y todo, un genio que, además, tiene la cara de Milton Friedman. Como resulta que recibiste una educación más bien calvinista, en lugar de ponerte a pedirle caprichos y más caprichos, decides dedicarte a hacer negocios con el descubrimiento. Para empezar, se te ocurre entrar en el mercado de las naranjas: gracias al genio, ofreces naranjas estupendas en cualquier punto del planeta en el momento que los compradores las deseen, y las vendes a una décima parte de lo que las vendería otro productor. Naturalmente, el precio de las naranjas se aproximará a cero con rapidez, pero a ti no te preocupa: unas pocas centésimas de céntimo multiplicadas por varios millones siguen suponiendo un beneficio muy sabroso, así que al cabo de poco tiempo te conviertes en el único productor de naranjas del mundo (ya que todos los demás han quebrado), y puedes venderlas a un precio algo más alto, aunque lo suficientemente bajo como para que no sea rentable para nadie más ponerse a cultivar naranjas.
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Después de esto, decides hacer lo mismo con otro producto cualquiera, digamos que con coches. En seguida cerrarán las fábricas de coches, y tú seguirás engrosando tus cuentas bancarias. Después haces lo mismo con los zapatos, con los cortes de pelo, y así vas absorbiendo un "mercado" tras otro, hasta que en definitiva tú eres el único "productor" u "oferente" que queda en el mundo, pues todas las demás actividades económicas se han ido al garete. Naturalmente, para entonces habrás descubierto que tu demanda ha terminado por disminuir, pues, como nadie puede vender nada (ya que tú lo vendes siempre más barato que ellos), cuando se acaban los ahorros tampoco tiene nadie dinero para pagar tus productos.
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¿Significa esto que el descubrimiento de un genio como el de Aladino supondría la mayor crisis económica imaginable, cuando la lámpara consiste, más bien en algo que posibilitaría una abundancia infinita? Parece obvio que el resto de la humanidad no iba a contemplar este escenario con muy buenos ojos, e intentaría conseguir robarte la lámpara por la fuerza, o convencerte para que proporcionaras gracias a ella cualquier cosa a cualquier persona a cambio de nada (al fin y al cabo, a ti tampoco te cuesta nada), o bien, si no pudieran conseguir ninguna de las dos cosas (p.ej., porque el genio te proporcionara un ejército invencible con el que resistir los intentos de la gente por "nacionalizar" la lámpara), prohibirían bajo fuertes sanciones que nadie más comerciara contigo (aunque, con la ayuda del genio, te sería fácil conseguir que esa prohibición fuese obedecida).
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En resumen: si tomamos la lámpara de Aladino como una representación idealizada del progreso tecnológico, ¿nos lleva nuestro cuento a la inevitable conclusión de que la tecnología (o al menos, una tecnología así, o lo suficientemente parecida) no debería estar en manos privadas?

sábado, 6 de junio de 2015

Mis ensayitos "autopublicados" alcanzan las 1000 copias vendidas

Acabo de comprobar que, el pasado mes de mayo, los libros que empecé a autopublicar en Amazon KDP hace ahora 3 años (la "trilogía del Otto Neurath", y mi "Historia y Filosofía de la Ciencia: una introducción bibliográfica") han superado en conjunto las mil copias vendidas. Gracias a todos.
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